Un grupo de «preocupados funcionarios de la ONU» trata de conseguir que la Relatora de la ONU para la prevención del genocidio

El objetivo de Alice Wairimu Nderitu, aplique esta definición a las acciones del Ejército de Israel en Gaza, al igual que hizo recientemente con la violencia ejercida en Darfur o Nagorno-Karabaj.

La petición fue presentada en una nota interna filtrada este miércoles, en la que los firmantes lamentan que Nderitu no se haya expresado con la misma claridad para condenar «el castigo colectivo a los palestinos» de Gaza que la que empleó para condenar los ataques de Hamás el pasado 7 de octubre.

Según denuncian los firmantes, el único pronunciamiento de Nderitu sobre la guerra, el pasado 15 de octubre, no recoge «una condena contra la deshumanización de los palestinos«, ni tampoco el uso del hambre como «arma de guerra» o «la orden ilegal e inhumana de Israel» de forzar el traslado de más de un millón de palestinos.

Tampoco hace alusión a la retórica utilizada por algunos ministros del Gobierno israelí, que llegaron a calificar a los palestinos de «animales humanos» o subrayaron «la necesidad de meter en Gaza cientos de toneladas de explosivos«.

La ONU siempre dice que compete a los especialistas jurídicos calificar legalmente esos delitos para, eventualmente, llevarlos ante una corte de justicia.

La nota enviada a Nderitu considera que las acciones y declaraciones de Israel equivalen «a una ‘intención especial’ de genocidio» según la Convención de la ONU, y en todo caso insta a la relatora a «defender igualmente los derechos y humanidad de los palestinos como lo hace con los de los civiles israelíes«.

Al ser consultado sobre la opinión del secretario general António Guterres (que está copiado en esa carta) sobre la misiva, y por su negativa a emplear el término «genocidio«, el portavoz Stéphane Dujarric dijo que confía enteramente en el trabajo de Nderitu y negó haberle dado orden de no utilizar el término «genocidio».

El portavoz insistió en que Guterres «está muy preocupado y así lo expresó con todo corazón por lo que está sucediendo y por el modo en que los civiles están pagando el precio», además de que «llamó contra el uso de un lenguaje deshumanizador, y lo seguirá haciendo«.

La cuestión del «genocidio» lleva varios días en el centro del debate por la posibilidad de que se aplique a lo que sucede en Gaza, junto a otro debate similar sobre los crímenes de guerra o del derecho internacional humanitario.

9 de 10 personas no comen suficiente en Gaza

El subdirector ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PMA), Carl Skau, avisó este jueves que la mitad de la población en la Franja de Gaza se está muriendo de hambre y 9 de cada 10 personas no están comiendo lo suficiente.

En una conferencia de prensa en la sede de Naciones Unidas en Nueva York (Estados Unidos), Skau, quien visitó el enclave palestino durante el fin de semana para conocer de primera mano la situación sobre el terreno, dibujó un panorama desolador para los cientos de miles de desplazados por la ofensiva israelí.

«Lo que ves es que hay miedo, lo ves en los ojos de la gente y lo escuchas cuando hablas con ellos: muchas preguntas, mucha confusión sobre lo que va a suceder a continuación», describió Skau.

Los refugios de la ONU en el sur del enclave ya están desbordados, por lo que mucha gente acabó por montar tiendas de campaña en sus alrededores, mientras otros huyen con todas sus posesiones en el techo del vehículo, sin tener claro a dónde ir.

La situación es igualmente desesperada para los trabajadores del PMA, muchos de los cuales tuvieron que dejar sus hogares y huir varias veces desde que comenzó la guerra, y ahora viven en los refugios, tratando de distribuir la poca ayuda que reciben mientras sus hijos se preguntan si volverán con vida.

«Lo que ves es que hay miedo, lo ves en los ojos de la gente y lo escuchas cuando hablas con ellos: muchas preguntas, mucha confusión sobre lo que va a suceder a continuación», describió Skau.

Los refugios de la ONU en el sur del enclave ya están desbordados, por lo que mucha gente acabó por montar tiendas de campaña en sus alrededores, mientras otros huyen con todas sus posesiones en el techo del vehículo, sin tener claro a dónde ir.

La situación es igualmente desesperada para los trabajadores del PMA, muchos de los cuales tuvieron que dejar sus hogares y huir varias veces desde que comenzó la guerra, y ahora viven en los refugios, tratando de distribuir la poca ayuda que reciben mientras sus hijos se preguntan si volverán con vida.

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