“Llevé a mi hija para curarla y ocho horas después me la entregaron muerta”: la estremecedora denuncia por la muerte de Alma, de 11 años

Indignación y dolor en el Hospital Rawson

Patricia, la mamá de Alma, denunció a una médica de guardia y al equipo de enfermería del Hospital Rawson por presunta desatención y abandono. La niña ingresó con vómitos y fiebre, estuvo más de siete horas en urgencias sin estudios complementarios ni interconsultas, se descompensó frente a su familia y murió horas después. La causa está en manos de la UFI Delitos Especiales.

La muerte de Alma, una nena de 11 años, abrió un profundo interrogante sobre la atención que recibió en el Hospital Rawson. Su mamá, Patricia, rompió el silencio y relató a DiarioSanJuan19 una secuencia desgarradora: la niña ingresó por guardia con vómitos, fiebre y dolor abdominal… y ocho horas después estaba fallecida.

Todo comenzó cuando Alma se despertó sintiéndose mal. “Me dijo: mamá, me ha dolido la panza en la noche, no me siento bien”, recordó Patricia. Como la fiebre parecía leve, la envió a la escuela ubicada en el barrio Los Pinos, Chimbas. Allí, la maestra permitió que regresara a casa porque la niña ya había completado sus actividades.

Al llegar, la abuela notó dos vómitos “muy amarillentos”. Preocupadas, la familia decidió trasladarla de inmediato al Hospital Rawson. Eran cerca de las 10:50 de la mañana cuando ingresaron a urgencias.

Según el relato de la madre, el triage indicó “signos vitales normales” y la niña quedó a la espera de atención. La doctora Claudia Olivera la revisó y decidió internarla en observación para hidratarla con suero mientras le realizaban una analítica.

“En ningún momento nos dieron pautas de alarma ni nos dijeron que la salud de mi hija estaba delicada”, aseguró Patricia. El análisis, según le informaron, “había salido bien” y era probable que Alma volviera a casa.

Pero con el correr de las horas el cuadro empeoró. La niña comenzó a quejarse, sentir dolor en las piernas, mareos y malestar general. La suegra de Patricia pidió varias veces que las enfermeras la revisaran. “Le decían que se quedara tranquila, que era normal por la fiebre”, contó la mujer.

Sin embargo, los síntomas se agravaron: Alma perdió el control de esfínteres, estaba sudada, con las manos y la boca moradas, sin fuerzas para mantenerse en pie. Fue la propia familia la que la sostuvo en el baño de la sala de observación mientras pedían desesperadamente asistencia.

“Mi hija estaba desnuda, llena de vómito y sucia. Yo la tapaba con servilletas que tenía en la cartera… recién ahí una chica de limpieza le ofreció un camisolín para que no se le vieran sus partes íntimas. Las enfermeras no hicieron nada”, relató Patricia entre llanto.

La médica de urgencias nunca volvió a ver a la niña, según la denuncia. Recién cuando Alma colapsó ingresaron varios profesionales a la sala.

La trasladaron a otro sector y, desde afuera, Patricia y su esposo escuchaban los gritos de su hija llamándolos. “Sale la doctora y me dice: tu hija está negra, no sabemos qué es, es una infección generalizada”, recordó.

A los pocos minutos le informaron que estaba en paro. Lograron revertirlo una vez, pero el cuadro era irreversible.

A las 20, la jefa de terapia pediátrica comunicó la noticia devastadora: Alma había fallecido. Y lanzó una afirmación que, para la familia, abrió aún más preguntas.
“Me dijo que mi hija había llegado a terapia con signos de muerte. ¿Cómo puede ser, si yo la vi colapsar recién a las cinco y media?”, cuestionó Patricia.

Las contradicciones, asegura, se multiplican. La familia nunca vio los análisis de sangre ni de orina, no se hicieron ecografías ni estudios complementarios, ni tampoco hubo interconsulta con especialistas pese a los reiterados pedidos de las abuelas.

Además, Patricia reveló que otras mamás que estaban internadas al lado de su hija contaron que la médica llamó por teléfono diciendo que “no se dio cuenta” de que la niña estaba séptica.

“Yo llevé a mi hija para curarla… y ocho horas después me la entregaron muerta”, expresó la mujer con un dolor que atraviesa.

La denuncia fue presentada en la UFI de Delitos Especiales. La representa un equipo legal integrado por las doctoras Teresa Rodríguez y Cristina Soriano. Patricia denunció a la médica Claudia Olivera y a todo el personal de enfermería de la guardia por “inhumanidad y abandono”.

“Alma era mi única hija, una nena sana y feliz. No tenía ninguna enfermedad previa. Yo solo quiero justicia”, concluyó.

REFLEXIÓN DIRIGIDA A LAS AUTORIDADES DEL HOSPITAL RAWSON

La muerte de Alma no es solo un caso. Es un grito.
Un llamado urgente a revisar protocolos, tiempos de atención, criterios de riesgo y, sobre todo, la humanidad en el trato.

Una niña ingresó caminando, con síntomas que exigían vigilancia estricta y estudios complementarios.
Ocho horas después, falleció sin que se activaran alertas, sin interconsultas, sin estudios clave, sin respuestas claras.

Cuando una familia pide ayuda y no la escucha nadie, el sistema falla.
Cuando una niña suplica y es atendida por una empleada de limpieza y no por el equipo profesional, el sistema falla.
Cuando las contradicciones superan a las explicaciones, el sistema falla.

Y cuando una nena entra al hospital con fiebre…
y sale en un cajón…
ya no se trata de un error: se trata de una deuda moral que exige verdad, justicia y cambios urgentes.

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