Axel Kicillof está furioso por los escándalos «Bandido y Chocolate Gate»

En la Casa de Gobierno, sus colaboradores lo han visto agarrarse la cabeza, con las dos manos.

La foto pública de Martín Insaurralde, su exjefe de Gabinete, a bordo del yate “Bandido” en Marbella, en el tramo final de su campaña por la reelección lo descolocó.

Habla con Cristina Fernández de Kirchner y con Sergio Massa, casi a diario, según reconocen cerca del mandatario. En cambio, no habla con Máximo Kirchner.

Ve detrás de la crisis varias hipótesis de confabulación. Pero se aferra a imaginar una salida que lo fortalezca.

Frente a la propuestas de eliminar la Legislatura bicameral y reemplazarla por una unicameral, Kicillof quiere retrucar como una modificación de los organismos de la Constitución bonaerense.

Argumenta que quiere darle más “transparencia” a la gestión y es su reacción para salir del escándalo en torno a su exjefe de Gabinete. También va a proponer discutir una ley de financiamiento de partidos políticos.

Kicillof intenta despegarse del caso “Chocolate” Rigau, que destapó los pagos presuntamente ilegales en la Legislatura.

El gobernador repite, como un mantra, que no tiene control sobre los gastos de la Legislatura y que tampoco puede vetar la ley del presupuesto.

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